Harmony usa como mecánica básica la construcción de mazos, es decir, cada jugador tiene su propia baraja que irá modificando y mejorando durante el camino. Aún así, el foco del juego es en realidad la exploración del mazo central (el bosque), donde encontraremos aliados para nuestros mazos, pero también enemigos que debemos vencer, peligros que debemos sortear y las preciadas reliquias que permiten al grupo cumplir su objetivo.

Tan importante será labrarse un buen mazo como contribuir al avance en el tablero central… ya que no ganará el grupo que consiga mejores cartas,  sino el que les saque mayor provecho, se coordine mejor y, en definitiva, sea más eficiente llegando al Santuario a tiempo.

El alto componente temático de Harmony es uno de sus puntos fuertes, pero si hablamos estrictamente de mecánicas, hay un elemento que le hace destacar sobre otros juegos: el Campamento.

Durante la partida, los jugadores pueden dejar cartas de su mano en el Campamento, una especie de fondo común al que cualquier jugador puede acceder. De esta manera, comparten recursos y pueden mejorar la afinidad de sus mazos, además de equilibrar el tamaño de los mismos (algo muy importante en el juego) ya que las cartas que uses desde el Campamento acabarán en tu descarte y, por extensión, en tu mazo.

Controlar el flujo de cartas de un mazo a otro a través del campamento será clave para ganar. El Campamento añade un grado extra de colaboración entre jugadores que aporta multitud de consideraciones estratégicas adicionales. ¡Si el grupo no coopera está condenado al fracaso!