Los que ya me conocéis sabéis que mi afición por los juegos de mesa no fue en el pasado tan apasionada como lo es actualmente y esto se debe a que otras aficiones, de alguna forma relacionadas, han tenido ocupado mi escaso tiempo libre y parte del no tan libre.
Pero, ¿a cuento de qué viene este comienzo tan ambiguo? Intentaré explicarme; mi reflexión de hoy no es otra que nuestros cambios en nuestras aficiones condicionados por la estación del año y es que si decimos que “las bicicletas son para el verano” bien podríamos decir también que “los juegos de mesa son para el invierno”.
En el momento de escribir esta entrada, el invierno está próximo a su fin, un invierno en el que he podido jugar más que nunca a juegos de mesa y un invierno en el que he conocido a gente fabulosa. Gente que me parece fabulosa por el simple hecho de compartir esta particular afición y que te tratan como a un hermano, aunque apenas te conozcan desde hace unos minutos.
El invierno se acaba, pero esta vez intentaremos alargarlo todo lo que podamos. Las bicicletas están esperando ansiosas, pero esos Catanes y Carcassones, esos Agrícolas y Cavernas, esos Dixits y Códigos Secretos, esos Gloomhavens y Twiligths Struggles se resisten a abandonar nuestras mesas, gritando “sólo una partida más”.
La próxima vez que nos veamos hablaremos de las bicicletas, Jon, te lo prometo.
By Sétropo, papá jugón
Sígueme en twitter e instagram
Comentarios